Como promesa renovada los crusanteros vivieron la noche del dos de mayo, como década atrás: la fiesta tomó las calles, capillas, casas y caminos, para festejar al Santo Madero. Desde los cultos religiosos de la tarde que dieron paso a la procesión, donde la recien creada cofradia, cargaron a hombros a la enseña cristiana por excelencia: La Santa Cruz, patrona del lugar. Solemnidad y alegría que dejaron paso al ir y venir de grupos de personas que transitaban las calles en busca del altar dedicado a la Cruz. En total 68 cruces y altares dispersos, donde la luz, las olorosas flores y la tradición transmitida de padres a hijos, son la mejor visión que se podría contemplar anoche en La Cruz Santa. El respeto del pueblo crusantero por sus tradiciones queda patente esta noche. Felicidades a todos.
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